Entre el románico, el mudéjar y el gótico

                 Cuando nos referimos al románico aragonés, nuestra mente lo sitúa geográficamente en la zona norte de Aragón, en territorios como Sobrarbe, Ribagorza o el Serrablo, donde encontramos grandes ejemplos de este estilo como la Catedral de Jaca, los Monasterios de San Juan de la Peña, Santa Cruz de la Serós y Obarra o iglesias como la del Castillo de Loarre o la de Santa María de Iguácel.


Imagen extraída de: www.romanicoaragones.com


           Más al sur, en las Cinco Villas, también podemos ver obras arquitectónicas románicas en Uncastillo, Sos del Rey Católico o Bagüés entre otros muchos e incluso encontramos algún vestigio románico en la ciudad de Zaragoza.
           Lo verdaderamente raro y extraordinario es encontrar el románico aragónes al sur de Zaragoza siempre que no sea en los Monasterios de Veruela, Rueda o Piedra. En este caso, Daroca es una de las excepciones, siendo uno de los puntos más meridionales en los que podemos vislumbrar obras arquitectónicas de este estilo, junto a otras localidades como Alcañiz o Blancas. Se trata de un románico tardío, en el que todavía podemos ver reminiscencias lombardas y en el que, a su vez, ya se pueden apreciar elementos gotizantes.
Sin embargo, la especialidad de este románico final es que, como en el caso castellano de la ciudad de Sahagún, da paso al mudéjar, de manera que muchas de las iglesias se inician siguiendo el estilo románico para después continuarse siguiendo los cánones y materiales del mudéjar.
Mientras que la iglesia de San Miguel es el paradigma del románico tardío, las de San Juan y Santo Domingo ilustran el cambio de estilos que hemos explicado recientemente.
En el caso de la primera – la de San Juan de la Cuesta – vemos cómo su construcción se inició siguiendo los cánones del románico mediante el uso de la piedra sillar y a mitad de su realización se prosiguió con ladrillo y con los elementos propios del arte mudéjar, algo que es perfectamente visible en la cabecera. Vemos perfectamente que los fustes románicos de forma semicircular son continuados mediante pilastras en ladrillo de sección cuadrada.


Iglesia de San Juan de la Cuesta
Imagen extraída de: www.aragonmudejar.com
Diseñados en primera instancia como dos vanos románicos, en el centro del ábside y en el coro sur de la iglesia se sitúan dos ventanales en ladrillo, cuyos vanos se cubren con arcos polilobulados.
En cuanto a la iglesia de Santo Domingo, la torre, de planta cuadrada está realizada en piedra sillar hasta un tercio de la misma, mientras que el resto se continuó en ladrillo ya a finales del siglo XIII. No obstante, se siguió utilizando la piedra sillar para las esquinas y, por otro lado, los baquetones semicirculares románicos dieron paso a los cuadrados de ladrillo.
Torre mudéjar de Santo Domingo
  Imagen extraída de: www.arteguias.com


En cuanto a la iglesia de Santo Domingo, la torre, de planta cuadrada está realizada en piedra sillar hasta un tercio de la misma, mientras que el resto se continuó en ladrillo ya a finales del siglo XIII. No obstante, se siguió utilizando la piedra sillar para las esquinas y, por otro lado, los baquetones semicirculares románicos dieron paso a los cuadrados de ladrillo. Se trata de la torre mudéjar más antigua de las que todavía se conservan en Aragón.

Ábside protogótico
Imagen extraída de http://www.castillodeloarre.org

Otra de las características de este templo, que también hace alarde de la mezcla de estilos, es su ábside protogótico, realizado en piedra sillar, que nos da la idea de transformación y de convivencia de diferentes conceptos arquitectónicos.


Patrimonio perdido

           Aunque el mudéjar sigue teniendo buena presencia en el patrimonio darocense, ésta podría ser mayor si en el pasado se hubiera tenido mayor consideración por el mismo, ya que son varios los ejemplos de deterioro o destrucción de este tipo de bienes patrimoniales.
Por ejemplo, la sobredicha iglesia de San Juan de la Cuesta tuvo una torre mudéjar edificada en ladrillo probablemente a lo largo del siglo XV que fue derribada en una reforma que tuvo lugar en los años 60 del siglo pasado.


Vista de la iglesia de San Juan en 1920
Imagen extraída de: xilocapedia.com


         Por otro lado, la torre mudéjar de la también nombrada iglesia de San Miguel corrió el mismo destino, esta vez en el año 1919 bajo la orden del párroco del templo ya que consideraba que la edificación suponía ciertos peligros y no podía ser restaurada. 

Iglesia de San Miguel hacia 1915-1920
Imagen extraída de: xilocapedia.com



A la lista de patrimonio perdido se unieron las iglesias de Santiago, San Andrés y San Pedro, derribadas en su totalidad.
La de Santiago se elevaba sobre la plaza que todavía lleva ese nombre, también conocida en otro tiempo como Plaza del Mercado. Debió ser una iglesia en piedra sillar, en la que destacaba su torre mudéjar de ladrillo, que, en palabras de Leopoldo Torres, pudo ser la más antigua de Aragón. Se trataba de una torre rica en decoración con labores de ladrillo en diferentes formas, en todo caso, con mayor ornato que la de Santo Domingo.



Vista general de la Torre de Santiago
Imagen extraída de: xilocapedia.com



Su desaparición nos sirve de ejemplo de lo sucedido en las primeras décadas del siglo XX en cuanto a la conservación del patrimonio ya que la torre en sí misma fue declarada Monumento Nacional en 1912 y apenas un año después fue derribada.


Por su parte, la iglesia de San Pedro fue derribada antes de 1844. Se trataba de una iglesia mudéjar fechada entre los siglos XII y XIII con una bella torre octogonal construida en el siglo XVI. Las puertas de este templo, de bella factura y un buen ejemplo del mudéjar, todavía se conservan en el Museo Arqueológico Nacional.

Puerta mudéjar de la iglesia de San Pedro
             Imagen extraída de: ceres.mcu.es



Por último, la iglesia de San Andrés, del siglo XV y con una torre de mampostería con sillares en las esquinas, fue derribada antes de 1902, aunque sus muros y el cuerpo bajo de la torre se conservaron hasta los años cincuenta del pasado siglo. Según algunas fuentes este derribo se produjo por las presiones de un cacique local.
Como vemos, son varios los casos de pérdida de elementos patrimoniales en Daroca, ya sea por la mala conservación, la poca estima hacia los mismos o los intereses personales que en muchos casos han impuesto los valores del presente y la renovación al aprecio de un rico patrimonio que se erige como vestigio de un pasado que debe ser entendido como propio y valorado por la comunidad.             En todo caso, aunque este tipo de casos nos lleven al lamento, también deben servirnos de cara a reflexionar y a fomentar el respeto, la conservación y la puesta en valor del patrimonio que todavía  podemos contemplar en el presente.

Bibliografía y referencias:

    Torres Balbás, Leopoldo. La arquitectura mudéjar en Aragón: Las iglesias de Daroca. 

   Mañas Ballestín, FabiánFascículo dedicado a la Arquitectura Religiosa en Daroca. Ayuntamiento, 1985.

    www.xilocapedia.com
    www.arteguias.com
    www.romanicoaragones.com
    www.patrimonioculturaldearagon.com

Comentarios

  1. Realmente interesante, David.
    Además te doy las gracias por no haber obviado el patrimonio desaparecido. Debemos aprender de nuestros errores y evitar cometerlos de nuevo.

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    1. Gracias por tu interés, Alicia. Así es, aunque no podamos hacer nada para recuperar lo perdido, que al menos nos sirva para conservar y valorar el patrimonio existente. ¡Un saludo!

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