Daroca Legendaria (I)
“Los científicos dicen que estamos hechos de átomos, pero a mí un pajarito me contó
que estamos hechos de historias.”
Eduardo Galeano
Generalmente tendemos a identificar la palabra
“patrimonio” con aquellos vestigios tangibles que nos permiten hacernos una
idea de lo que fue nuestro pueblo, ciudad o sociedad en el pasado, de manera
que les dotamos de importancia a la hora de autoafirmarnos como miembros de
esas entidades sociales.
No obstante, el patrimonio no solo se compone de lo
visible. Ni siquiera los monumentos, los edificios y lugares de interés se
entienden por sí mismos en muchos casos sino que están rodeados de un halo
inmaterial que es, igualmente, fruto de una sociedad pasada cuyo eco resuena
todavía en nuestros días. Así, nos encontramos con que cada localidad, sociedad
o cultura mantiene y reproduce sus propios mitos y leyendas, que vienen desde
tiempos remotos y que, desde entonces, tratan de explicar muchos aspectos
desconocidos del macrocosmos en el que se integran.
De igual manera, estos relatos legendarios tienen un
componente estético fundamental ya que integran información que podríamos
calificar como histórica con narraciones de carácter fantástico o
extraordinario que entran de lleno en el terreno de la imaginación y de lo
misterioso, todo ello tratado desde la épica o el drama en muchos casos, de
forma que su impacto y significación son todavía más notables.
En la entrada anterior nos referimos
a los siglos en los que Daroca fue dominada por los musulmanes. Esta fase de la
historia de la localidad vio su fin hacia el año 1120, en el que se debió
producir la conquista de la ciudad por parte de Alfonso I, pasando a formar
parte del reino de Aragón.
En este contexto de pugna entre dos culturas, dos
religiones y, en definitiva, dos maneras de ver el mundo, surgieron leyendas
que trataron de integrar en el imaginario colectivo algunos de los aspectos que
supusieron el cambio de ocupación de la ciudad, manteniendo en el recuerdo el
pasado reciente.
La Morica Encantada
Son numerosas las leyendas que a lo largo del
territorio aragonés y en otras zonas de España llevan por protagonista a una
mujer musulmana que ha caído bajo un encantamiento, fruto del amor o del dolor.
Desde los Pirineos hasta los valles, esta figura ha sido recurrente y podemos
encontrarla en la toponimia («Torre de las Encantadas de Sabiñán», «Dolmen de
la Losa Mora» y «Cueva de la Mora» de Rodellar, «Balsa Mora» de Plan, «Fuente
de la Mora», «Castillo de la Mora», etc.). Según estudiosos como Rafael Andolz,
José Antonio Adell Castán y Celedonio García Rodríguez, estas moricas que
habitan en ibones, barrancos, montañas, cuevas, dólmenes o viejos castillos son
el equivalente aragonés de las hadas de la mitología nórdica y anglosajona.
Encontramos este tipo de relatos en localidades como
Bulbuente, Cella, Ricla o la propia Daroca, teniendo cada uno de ellos sus
peculiaridades.
En el caso de Daroca, la leyenda cuenta que en el
año 1110 d. C., con la conquista de la ciudad por los almorávides a sus
correligionarios, el nuevo rey de la ciudad – Aben Gama – hizo construir un
fastuoso palacio junto al Castillo Mayor con el fin de albergar a una hermosa
joven que había mandado traer desde tierras del Yemen, todo ello con el fin de
convertirla en su esposa.
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Castillo Mayor Fuente: Julio E. Foster |
Al llegar a Daroca tiempo después, todos pudieron
comprobar que la belleza de la joven, de nombre Melihah, era verdaderamente
extraordinaria y fueron muchos los que quedaron prendados de ella, entre ellos
Omed, un sirviente del rey, y el propio Aben Gama, quien igualmente cayó
enamorado y la colmó de regalos, lujos y todo tipo de comodidades en el recién
construido palacio. Sin embargo, Melihah, arrancada de su tierra natal y
convertida en una mera mercancía, no era feliz y mucho menos amaba al nuevo
señor de la ciudad.
Aben Gama se muestra cada vez más arisco y violento,
ya que el avance del ejército cristiano comandado por Alfonso I el Batallador
no recibe respuesta por parte de los almorávides, que caen derrotados en todas
las ocasiones y se aproximan cada vez más a Daroca. Lo único que pueden hacer
las tropas de Aben Gama es capturar algún caballero cristiano. Es el caso de
Jaime Díez de Aux, quien es hecho prisionero y llevado a las mazmorras del
Castillo Mayor de Daroca. En ese tránsito, Melihah, que estaba mirando a través
del ajimez de su alcoba, ve al joven cristiano y se enamora de él. Desde ese
momento, la princesa árabe sale de palacio y, a través de una de las rejas que
servía de entrada de luz y aire a la mazmorra, se comunica con Jaime, quien
también cae enamorado de ella.
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Personajes principales de la leyenda, llevada al cómic por Moratha Fuente: tebeosfera.com |
A todo esto, Aben Gama no cede a las negociaciones
ni a las cuantiosas sumas de dinero que ofrecen como rescate del caballero
cristiano y ordena que sea ejecutado al día siguiente, y que su cuerpo sea
colgado de una de las almenas del Castillo para advertencia y espanto de los
demás cristianos.
Enterada de ello, Melihah se dirige de nuevo hacia
las mazmorras y le comunica a su enamorado lo que había de ser su futuro, bajo
la promesa de que le liberaría esa misma noche, siempre y cuando Jaime, de
nuevo con el ejército cristiano, la librase de las garras de Aben Gama y se
casase con ella.
El sol cae y la luna y las estrellas se dejan ver
cada vez más brillantes desde el castillo. Entre el silencio y la quietud de la
noche irrumpe el sonido de los atabales, los clarines y los gritos de los
centinelas, que avisan de que el ejército cristiano se aproxima a las puertas
de la ciudad. Ante el caos y la confusión reinantes, Melihah se encamina hacia
las mazmorras y libera a su amado Jaime, que logra escapar y reunirse a las
afueras de la ciudad con las tropas del rey Alfonso.
Cuando Aben Gama se entera de lo
sucedido, sus ojos se encienden de cólera, ¿cómo había sido posible que el
infiel cristiano hubiera escapado de su encierro? Su sirviente más cercano,
Omed, le da la respuesta. Él había visto hablar al cristiano y a la princesa
Melihah en muchas ocasiones, así que parece que la traición se había instaurado en
su palacio y era su favorita la que lo había alimentado.
Ante esas palabras, Aben Gama, junto
a uno de sus esclavos se dirige hacia el palacio con presteza y allí encuentra
a la princesa Melihah. El reyezuelo pide a Melihah que le acompañe para ponerla
a salvo del ataque cristiano y se dirigen hacia uno de los subterráneos del
palacio. Una vez allí, el esclavo desenvaina una cimitarra, la cede a Aben Gama
y éste la clava en el pecho de Melihah. “Sólo hay un castigo para la traición”.
Tras esas palabras, el cuerpo de la princesa cae por el hondo pozo que servía
como aljibe del palacio.
Tan pronto como Aben Gama y su
acompañante salen del túnel subterráneo, se encuentran con Jaime Díez de Aux y un
buen número de guerreros cristianos que han accedido a la fortaleza por una
puerta falsa. A pesar de la inicial resistencia, el rey moro es apresado y sus
tropas, conocedoras de la situación, deponen las armas, de manera que la ciudad
cae y se rinde a Alfonso I el Batallador. La alegría invade a todos los
caballeros cristianos, a todos salvo a uno. Jaime, que ha buscado a Melihah por
todas las estancias del castillo y del palacio, finalmente se entera de lo
sucedido y un gran pesar invade su cuerpo y su alma y no le abandona hasta el
día de su muerte.
Igualmente cuenta la leyenda que, desde
la muerte de Jaime, Melihah recorre cada noche el subterráneo y las murallas de
Daroca vestida de blanco y portando un candil, esperando encontrar la promesa
que no pudo hallar en vida.
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Fuente: tebeosfera.com |
La Leyenda de las Ocas
Si nos fijamos en el escudo de Daroca encontramos
que, además de las puertas Alta y Baja, las murallas, dos banderas con el señal
real de Aragón y dos ángeles que sostienen el relicario de los Corporales, hay
también seis ocas, que en principio pueden parecer decorativas. ¿A qué se debe
la inclusión de estas aves en el escudo?
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Escudo de Daroca Fuente: https://heraldicaragonesa.wordpress.com/daroca/ |
Según cuenta la leyenda, al poco de la conquista de
la ciudad por Alfonso I los musulmanes intentaron recuperar Daroca. Para ello,
se dispusieron a realizar una invasión nocturna que les permitiese aprovechar
el efecto sorpresa. Con todo planeado, dieron inicio al ataque, ante la
ignorancia de los vigías, que estaban dormidos. En este punto, nadie podía sospechar
lo que estaba sucediendo hasta que unas ocas comenzaron a graznar, despertando
a los centinelas que, a su vez, dieron la voz de alarma. Ante el aviso, los darocenses
pudieron plantar cara a los invasores y conservar la ciudad. Es por ello que,
en memoria de esta leyenda, el escudo luce seis ánsares blancos, tres
dispuestos a cada lado del mismo.
Esta leyenda parece claramente inspirada por el
relato romano de la Batalla de Alia, según el cual fueron los gansos
capitolinos los que avisaron del ataque de los galos, de manera que los romanos
pudieron resistir y rechazar la invasión.
Es igualmente curioso que, en tiempos más cercanos a
nuestro presente, concretamente durante la Primera Guerra Mundial, las aves
también fueran utilizadas como centinelas. En este caso el escenario fue la
Torre Eiffel, donde se colocaron unos loros para que avisaran de los ataques aéreos
enemigos, ejerciendo como alarma para la población que al oír los graznidos
buscaba un refugio.
¡Espero que os hayan gustado estas leyendas! Próximamente
esperamos compartir más… ¡Un saludo!
Bibliografía:
Bibliografía:
Adell Castán, J.A. y
García Rodríguez. Brujas y seres mágicos
de Aragón. Huesca: Facultad de Ciencias de la Salud y Deportes de Huesca
Corral Lafuente, José
Luis. Historia de Daroca. Daroca: Centro de Estudios
Darocenses, 1983.
Morote Magán, P. Las leyendas y su valor didáctico.
Centro Virtual Cervantes
Sánchez Domingo,
Pascual. 50 Historias, Tradiciones y Leyendas de Daroca. Almería:
Círculo Rojo, 2018.
Como tú dices se suele asociar la palabra "patrimonio" con los elementos más evidentes, palpables... y no se pone mucho interés en lo que rodea a este patrimonio material. Lo cual, en mi opinión, es un error ya que el relegar a un segundo plano los componentes inmateriales resta en vez de sumar. Me alegra que optes por llevar a cabo este tipo de entradas, donde podemos conocer algo más del patrimonio inmaterial de Daroca.
ResponderEliminarComparto tu opinión, Julia. El patrimonio material y el inmaterial deben ir de la mano, pues así se comprenden mejor. ¡Gracias por comentar!
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