El Recinto murado de Daroca: Un BIC en peligro de extinción
Como
ya he comentado en entradas anteriores, una de las señas de identidad de Daroca
ha sido el carácter militar y la arquitectura defensiva, hecho que se reafirma
cuando recorremos sus recinto amurallado, regado de torres que permiten dominar
el territorio que alcanza la vista. Además de su longitud – alrededor de cuatro
kilómetros – lo que la convierte en una de las murallas más significativas del
territorio aragonés, esta construcción nos permite recorrer el pasado histórico
de la ciudad a través de los diferentes tramos ya que suponen una línea
temporal y arquitectónica que va desde época islámica hasta el siglo XIX, con
su uso en la Guerra de la Independencia y en la Guerras Carlistas.
Así
pues, el recinto murado de Daroca acoge diferentes valores a destacar y que son
de gran valor para la sociedad civil y para el mundo académico como pueden ser
su valor arquitectónico, fruto de los saberes y haceres de consecutivas comunidades
históricas; el valor histórico que encierran, como arquitectura defensiva en la
que han tenido lugar acontecimientos relevantes para la ciudad y para Aragón, así
como las leyendas que, entendidas como patrimonio inmaterial, tienen en estos
espacios su escenario ideológico; o, por último, el valor identitario, la
vinculación de las gentes con un elemento importante de su ciudad, entendido
como tal a través de los siglos.
Todas
estas cuestiones no han pasado desapercibidas para los académicos y profesionales
dedicados a la Conservación del Patrimonio pues ya en 1931 y mediante el Decreto
de 3 de junio del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes el recinto
murado fue declarado Monumento histórico-artístico. Ya en nuestro siglo, la
declaración anterior fue actualizada mediante la Orden de 5 de enero de 2004,
del Departamento de Educación, Cultura y Deporte en la que, con mayor detalle,
se delimita el entorno de protección del propio bien. Además de ello, el
Castillo Mayor de Daroca, según la disposición adicional segunda de la Ley
3/1999 (LPCA), forma parte de la relación de castillos considerados Bienes de
Interés Cultural de Aragón.
Como
hemos comentado, las murallas volvieron a tener su papel inicial en el siglo
XIX, centuria en la que conflictos como la Guerra de la Independencia y las
Guerras Carlistas tuvieron consecuencias nefastas para la misma, causando la
desaparición de ciertas edificaciones defensivas como torres o tramos de
muralla a cambio de erigir otros nuevos con materiales propios de la época. No
obstante, hablamos de acontecimientos pasados que ya no podemos remediar, ya
que nuestro campo de actuación se ciñe al presente.
En
ese sentido y en la práctica parece ser que la protección jurídica de este patrimonio
arquitectónico, entendido como el conjunto del Bien de Interés Cultural y su
entorno declarado, no es tan efectivo como debería, hasta el punto de que en
los últimos días se ha producido el derrumbe de un muro cercano al Castillo
Mayor y se teme por la integridad de buena parte de la muralla, ya que los
desperfectos son más que visibles, tal y como refleja la propia declaración del
año 2004 en la que se afirma que “En los años 70 y 80 se hicieron algunas obras
de restauración, pero el recinto sigue presentando algunas deficiencias.”
La
preocupación ciudadana e institucional viene de lejos, tal y como se puede
comprobar en las sucesivas declaraciones que generalmente a través de la
iniciativa de la alcaldía han aparecido en la prensa de la Comunidad Autónoma
haciéndose eco de la paupérrima situación de la muralla.
También es cierto que se han llevado a cabo algunas acciones dedicadas a mejorar el estado de la muralla como fuera el taller de empleo que se desarrolló durante dos años a tal efecto o el estudio llevado a cabo por el arquitecto José María Sanz, quien también mostraba su preocupación al afirmar en 2017 que "el 64% de la muralla está en mal estado y tiene riesgo real de desplome".
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Una de las actuaciones del taller de empleo Murallas Daroca Imagen extraída de: http://www.patrimonioculturaldearagon.es/taller-de-empleo-murallas-de-daroca-ii |
También es cierto que se han llevado a cabo algunas acciones dedicadas a mejorar el estado de la muralla como fuera el taller de empleo que se desarrolló durante dos años a tal efecto o el estudio llevado a cabo por el arquitecto José María Sanz, quien también mostraba su preocupación al afirmar en 2017 que "el 64% de la muralla está en mal estado y tiene riesgo real de desplome".
No obstante, el reciente
desplome de una parte de la muralla reafirma el hecho de que no ha habido una
planificación concreta y visible en términos de conservación-restauración por
parte de los organismos competentes en labores de Patrimonio salvo la cuantiosa
restauración del torreón del Castillo Mayor por parte del Ministerio de Cultura.
Por
lo tanto, urge trazar un plan director o una programación que garantice la
consolidación y conservación de la muralla, para lo que es necesaria la
colaboración entre Patrimonio y los entes locales pues, de otra manera, las
consecuencias serán semejantes a lo recientemente ocurrido. Es igualmente
necesario que este plan comprenda a la muralla como un todo y no se limite a
parchear aquellos tramos que se encuentren en peor estado ya que en el momento
en que alguno de los muros se encuentre aislado del resto la incidencia de la
erosión natural y otros factores externos pueden afectar a su estado con
fatales consecuencias.
En ese sentido y sin ser ni mucho menos un experto en el tema, la sesión que impartieron en el Máster Camilla Mileto y Fernando Vegas en torno al patrimonio arquitectónico construido con tierra fue de gran valor a la hora de identificar algunos ejemplos semejantes al aquí expuesto en la Comunidad Valenciana y para conocer las actuaciones más aconsejables para este tipo de construcciones. Algunas de ellas tienen bastante que ver con el taller de empleo que se desarrolló en Daroca con el fin de consolidar algún tramo de la muralla mediante el uso de sus materiales originales y con el único empleo de la cal como elemento cohesionador, en todo caso respetando la naturaleza primigenia del recinto. Seguramente la desaparición de este taller vino de la mano de cuestiones de carácter económico ya que la cultura y el patrimonio son entendidos en muchos casos como elementos de gasto que no traen consigo beneficios económicos visibles. Sin embargo, como podemos ver en este caso, el abandono y la despreocupación en torno al patrimonio puede traer consigo su desaparición, lo que conlleva mayores pérdidas no sólo a nivel económico sino que, como planteábamos en la introducción de esta entrada, la muerte de valores arquitectónicos, históricos, etnográficos e identitarios que nos permiten conocernos y entendernos como individuos y como sociedad.
Por último, sólo queda expresar mi deseo de que este episodio sirva para poner fin a la ruinosa y preocupante situación en torno al recinto amurallado y haga igualmente visibles otros elementos patrimoniales que se encuentran en un estado semejante.
Milleto, C., Vegas, F. et López-Manzanares, L., La restauración de la tapia monumental: Pasado, presente y futuro. Informes de construcción, vol. 69, nº 548 (octubre-diciembre 2017), 2017.
¡Hola David!
ResponderEliminarMe ha gustado mucho esta entrada porque creo que has integrado muy bien varios elementos que hemos ido viendo en clase. Espero, que a pesar de los inconvenientes, se busque rápidamente una solución para ver qué se puede hacer con la muralla que se ha perdido pero también con la que está a punto de desaparecer. Los BIC están protegidos por la ley y no deberían obviarse.
Gracias por tu comentario, Julia. Espero que así sea.
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